Charla de Josetxu Villacorta sobre la experiencia mística de Ignacio de Loyola

Josetxu Villacorta durante su charla

21 March 2024

Bilbao Campus

En el marco del ciclo de conferencias sobre Transcendencia, espiritualidad y búsqueda de Dios, la Asociación de personas jubiladas de la Universidad de Deusto desarrolló, el 21 de marzo, la charla titulada “La experiencia mística de Ignacio de Loyola” que ofreció el profesor Josetxu Villacorta.

Comenzó su intervención recalcando que para acercarse a Ignacio de Loyola no hay que olvidarse de la visión teológica en el análisis de su persona. No puede analizarse su figura sólo desde un punto de vista de la Psicología. Por lo tanto, se ha basado en la obra de dos jesuitas: Meissner, Ignacio de Loyola. Psicología de un santo y Carlos Domínguez, Experiencia cristiana y psicoanálisis. La experiencia de Ignacio de Loyola es la de un soldado convertido. Ignacio escribe poco sobre su experiencia religiosa. Su misión es regenerar la Iglesia en esos momentos turbulentos del siglo XVI. Primero comienza por poner orden en su propia persona. Así, se va a Jerusalén donde se da cuenta que el espacio para ordenar la vida política, social y religiosa de su tiempo no está allí, sino en Europa.

Su cambio tiene lugar en Loyola y de allí va a Manresa. En esta primera etapa libera una batalla en el fondo de su corazón. Julia Kristeva en La revuelta íntima. Literatura y psicoanálisis relata que “Loyola quiere ni más o ni menos que efectuar un viaje de lo sensible a lo razonable, para que la sensualidad obedezca a la razón”. La experiencia religiosa es importante para reconocer las actitudes nocivas que ayudan al desarrollo de la persona.

Para Meissner, por su parte, el hecho que Ignacio haya perdido a su madre al nacer, le marcará en su vida y, a pesar de que su cuñada cumple con el rol de madre, Ignacio, más adelante, tiene como referencia a la Virgen en su vida. Tanto en Aranzazu como en Manresa. busca santuarios de la Virgen y reniega de su anterior vida de militar. En su conversión, borra hasta su mundo sexual que, según él, “le da asco”.

Ignacio comparaba a Dios como un maestro de escuela que le dirige en lo que debe y no debe hacer. Está llenando su espacio de ternura con Dios-Padre y Jesús como hermano. Lo vive como una familia de forma cálida. En Loyola vive una experiencia cercana a la muerte y creía que era un castigo por su vida pasada. Algo que hoy en día sería impensable, según Villacorta. En Loyola le atrae la vida de los santos que lee por ser una vida heroica. El soldado Ignacio, en su narcicismo, quiere emular la vida de los santos. El heroísmo de las armas se sustituye en Ignacio por penitencias extremas. El “yo ideal” tiene que ser sustituido por el “ideal del yo”. En su proceso, el ideal de Ignacio ya no es Ignacio, sino Jesús y supera su “yo ideal”. Este proceso pasa por conocerse bien y controlar su propio carácter e impulsos.

Su experiencia en Manresa es extrema y casi raya la locura, pero le lleva elaborar un proyecto que incide en la historia desde la fe. Su labor tiene que incidir desde lo social en el mundo. La experiencia religiosa como catalizador para llegar a un horizonte nuevo a través del “entendimiento ilustrado” con otro intelecto. Este es el hombre que ha abandonado todo narcicismo. Dios se muestra a Ignacio como Creador, como Padre y Madre.

Los místicos utilizan dos lenguajes: el de la sexualidad (Esposo-Esposa) y el que utiliza Ignacio, el de la paternidad y maternidad de Dios. La figura de Jesús no es una proyección de su yo, de sus frustraciones, sentimientos… sino que en la figura del otro, hay descubrimiento, horizonte, perspectiva para que su propia persona se vaya desarrollando en esa actitud del seguimiento de las pautas que Jesús marca en el Evangelio asumiendo los riesgos de la libertad.

Los Ejercicios destaca tres figuras principales: María como madre, Jesús como hijo y Dios como padre. Son las representaciones del mundo afectivo en su fe. Ignacio es una persona que forma parte de la familia de Dios y, a partir de allí, quiere poder cambiar el mundo.

Ignacio va a Roma para ponerse a disposición de la Iglesia y para que les manden a los primeros jesuitas a donde la Iglesia le es necesaria. Los jesuitas no son unos “iluminados”. Estos últimos no tenían relación con la Iglesia e Ignacio siempre se siente parte de ella. La novedad de los jesuitas es ser “contemplativo en la acción”. No iba por delante, sino que seguía al espíritu que le seguía y este hecho es el núcleo de su autobiografía. Este espíritu es el milagro que saca lo mejor de cada uno en el horizonte de la vida.