23 December 2021
Bilbao Campus
La pandemia es tiempo de crisis. Crisis sanitaria. Prácticamente todos nos hemos tenido que vacunar. Hemos tenido la posibilidad de vacunarnos, dicho en positivo. Muchos han enfermado. Algunos graves. Algunos han fallecido. Gente cercana a nosotros también. Todos hemos sufrido esta crisis sanitaria. Crisis en el trabajo. Crisis en la salud mental, para muchos, inquietud, ansiedad, desesperación. La llamada sexta ola genera más sensación de incertidumbre, vulnerabilidad, hartazgo y otros sentimientos negativos, que hemos de saber gestionar.
La pandemia es tiempo de profundización. Después de mover el árbol, nos quedamos con hojas y ramas robustas. Tiempo en que se ponen en cuestión principios, ideas, opciones y propósitos. O también se asientan y se profundiza en ellos. Tiempo de cambios, tiempo de descoloque. Tiempo de egoísmo, cinismo y desolación. O tiempo de reconciliación, acogida, hospitalidad y amor. Tiempo de discernir y profundizar.
Hemos dicho muchas veces que en la pandemia destacamos el valor de la educación, en un tiempo en que descubrimos la tecnología. En este tiempo en que la tecnología nos salva de algunas cosas, lo que descubrimos es el valor de la educación. Repensamos los modelos, los roles, las funciones de los profesores, los ayudantes, los técnicos o los estudiantes. Es tiempo de profundizar en lo que somos y lo que hacemos. Nadie nos va a salvar. Nosotros hemos de seguir mejorando e innovando.
La pandemia es tiempo de robustecimiento. En tiempo de crisis es difícil hablar de robustecimiento. Pero quizá esta crisis nos lleve a profundizar y robustecernos. Esperemos. Nos lleva a apuntalar lo importante y dejar o quitar lo periférico, la hojarasca. La educación en las Constituciones de los jesuitas es una forma de ayudar al prójimo. Así se justifica. Si nuestra intención no es ayudar, no estaremos motivados a mejorar. Intervenimos en la sociedad por medio de nuestros estudiantes o por medio de las publicaciones o la divulgación a partir de lo publicado. Lo mismo podríamos decir sobre la investigación: nuestra motivación es el bien del prójimo.
Quizá todavía estamos en tiempo de desajuste, en tiempo de tembleque, en tiempo de crisis. Pero espero que esto nos lleve a profundizar, a crecer, a robustecernos. Deusto ha demostrado ser robusta como institución. Seguimos haciendo proyectos, pensando en nuevas iniciativas educativas y de investigación, con propuestas en Bilbao, en Donosti, en Gasteiz o en Madrid. Hay mucho trabajo conjunto, muy complejo, que está fraguando en algunos sitios y áreas.
Es un sueño que la crisis nos lleve a profundizar, a crecer y a fortalecernos. La historia nos dirá si la crisis nos lleva a salir más fuertes. Si continuamos encontrando la motivación para ayudar y servir mejor, quizá no todo sea desgaste, cansancio, estrés y preocupación. Encontraremos caminos de novedad, innovación y fortalecimiento.
Navidad es tiempo de agradecer. Agradecer sobre todo lo cercano. Agradecer a las personas que facilitan la vida y las cosas a otros. La vida es dura. Hay muchos problemas, muchas dificultades. Hacemos un esfuerzo muy grande para que nuestra casa, Deusto, funcione. Los que ayudan a otros tienen doble mérito. No solo se preocupan por hacer bien sus cosas, sino por, repito, ayudar a otros.
Creo que hacer bien las cosas, ser buenos profesionales, es uno de los principales servicios que hacemos a la sociedad. Cumplir con objetivos, ser productivos, hacer lo que tenemos que hacer, innovar, no despilfarrar, usar los recursos justos, no despreciar a nadie, crear buen ambiente, no generar chismes injustos, respetar a las personas y a la organización, quererlas…
Navidad es tiempo de reparar. El cansancio puede hacer daño. Navidad es tiempo de superar la fatiga. La Navidad es tiempo de cuidado. En nuestra tradición hablamos de cura personalis, o cuidado de las personas. Hablamos de cuidado de la misión, cura apostólica. Los dos términos están unidos. No los separamos en nuestro lenguaje. Nos fijamos en los dos. No solo cuidar, sino también trabajar y actuar. No solo trabajar sino cuidar a las personas.
Tiempo de reparar si hay excesivo cansancio. Tiempo de cuidar la fatiga mental. Tiempo de revisar. Dicen en psicología que todos tenemos toques y problemas. El dilema es cuando alguno de esos problemas impide vivir a gusto, relacionarte o trabajar, vivir en paz contigo mismo o con los demás. Tiempo de reparar es tiempo de cuidar las tendencias, se decía tentaciones en la tradición, que nos pueden hacer daño.
Navidad es tiempo de cuidado. En la cura personalis, se busca estar centrado en la vida. El sentido profundo de la vida y la alegría viene de la experiencia de Dios, de sentir el amor de Dios, sentir la presencia de Dios. La navidad es uno de los grandes misterios de la fe. Hay dos grandes misterios: Navidad y Pascua. Afirmar que Dios vino al mundo, se encarnó en una persona, es mucho afirmar. Y afirmar que Dios se deja matar en una cruz dando un mensaje vital de justicia y amor y que va al cielo es mucho afirmar. Estas dos grandes verdades que marcan el ciclo litúrgico son navidad y pascua. Navidad es una invitación a vivir lo que viene de Dios: la entrega, la solidaridad, el amor, la apuesta por los demás, el cariño, que se demuestra en la apuesta por lo vulnerable y por el que más en necesidad está. Esto seduce y atrae y por eso estamos aquí.
Navidad es tiempo de brindar. Estos días en familia y con amigos brindaremos con cava o champán. Bejondeizuela. La alegría verdadera no viene del champán, viene de la fe. La fe es una invitación a levantar la mirada y encontrar esperanza, ilusión, motivación y alegría en la vida. Para empezar, entre nosotros. Así transformamos el mundo juntos. Y brindaremos. Egu Berri on.