12 diciembre 2023
Campus Bilbao
La Asociación de personas jubiladas de la Universidad de Deusto, Pedro Fabro, organizó el pasado 12 de diciembre una nueva conferencia dentro del Ciclo “Transcendencia, espiritualidad y búsqueda de Dios” que, con el título “Experiencia y lenguaje sobre Dios en la teología feminista. Modelos de Dios”, ofreció la profesora de Teología de Deusto, Carmen Bernabé.
En su intervención, la teóloga hizo las siguientes preguntas: ¿Cómo pensamos a Dios? ¿Qué dicen las mujeres? En su opinión, la respuesta tiene que ver con nuestra experiencia y con el lenguaje al referirnos a Dios. Ver a Dios como padre y madre fue un debate de mujeres bautizadas y teólogas. Sin embargo, no todas las soluciones son válidas.
En este sentido, citó a Elizabeth Johnson (religiosa y emérita de la Universidad de Fordham, NY) quien publicó el libro She who is (La que es) refiriéndose a Dios desde la perspectiva de la experiencia femenina.
Señala que en la comunidad de fe el símbolo de Dios es el símbolo primero. El lenguaje sobre Dios moldea la corporeidad y la forma en la que actúa, por eso el símbolo de Dios es tan importante. Dios es símbolo de una experiencia y tiene que ver con moldes culturales. Cuando lo expresamos tenemos que usar sistemas culturales. De la experiencia comunitaria a la expresión hay un salto: se utilizan imágenes y no podemos agotar la expresión de Dios-
En 1973, Mary Daly publica el libro Beyond God the Father (Mas allá del Dios Padre). En este libro se argumenta que si Dios es varón entonces el varón es Dios. Critica que se hable de Dios de forma andromorfa y que las imágenes sobre Dios sean andromorfas. El problema es que se ha modelado la figura de Dios de forma patriarcal. Así también aparece de la Trinidad. Esto tiene unas consecuencias sociales sobre la imagen de Dios.
Pregunta Carmen Bernabé que quién representa a Dios y si se puede renunciar al símbolo de Dios Padre. Argumenta que Jesús se dirigió a Dios como su Padre (Abbá), pero también utiliza símbolos no personales, como la luz para referirse a Dios.
¿Es el lenguaje personalista? En el pasado el padre era el que admitía al recién nacido en la sociedad. El hecho es que no hemos elegido ni nuestro nacimiento ni nuestra muerte. Si consideramos a Dios como Padre, consideraríamos el mundo como si la creación fuera una realidad deseada y buena. Asumiríamos una dependencia. Sin embargo, lo que decimos del padre, también podemos atribuirlo a la madre. Antes se consideraba que el papel fundamental era el padre: la madre cogía la semilla y la nutría, pero lo importante era la semilla. Era en el padre donde todo dependía. Hoy en día las nociones biológicas han cambiado, pero las consecuencias siguen allí. La imagen es la del padre que engendra y la de la madre que alumbra.
Tanto padre como madre son insuficientes imágenes de Dios. La figura materna también puede ser positiva y negativa. Se pueden crear seres infantiles al imponer infantilismo y dependencia y, por lo tanto, establecer una jerarquía. Hay que buscar un esquema más horizontal, una sinodalidad.
La imagen de Dios tiene que ver con cómo se vive las relaciones en la sociedad. Las mujeres tenían como virtud la obediencia. Sin embargo, Jesús tanto utilizó metáforas femeninas como masculinas al hablar de Dios. Jesús utiliza Abbá al que dota de rasgos, símbolos y dimensiones que se consideraban femeninos en aquella cultura. Jesús critica asimismo los valores que imponían su cultura a las mujeres. Así se ve en el libro de Leonardo Boff , El rostro materno de Dios.
Sally MacFague en Models of God: Theology for an Ecological, Nuclear Age (Modelos de Dios: Teología para una era ecológica y nuclear) propone otros modelos para hablar de Dios: madre, amante, etc. Dios es Trinidad. Están en jerarquía. Si el Espíritu es femenino está por debajo del Padre y del Hijo. La experiencia del amor entre amantes ofrece otras dimensiones, una mayor igualdad: creación, salvación y preservación (cuidado): Padre, Hijo y Espíritu.
Elizabeth Johnson también propone que el espíritu de la Trinidad debería ser femenino. Según Carmen Bernabé, su trabajo es el más conseguido. Las imágenes de Dios pretenden evocar a Dios como un todo. Propone que las mujeres son imágenes de Dios tanto como lo son los varones. Los dos son imágenes de Dios. Hay que hablar de Dios en metáforas femeninas y masculinas. Los cuidados de Dios representados en sostenimiento y cuidados pueden ser representadas en metáforas femeninas y masculinas. Es como una mujer, un padre, un pastor. Dios no es mujer o hombre. Es la expresión de la totalidad y trasciende a ambos sexos. Podemos y debemos hablar con imágenes, pero Dios es más grande que nuestras imágenes. Las experiencias de las mujeres se han tenido poco en cuenta en la conversión – darse cuenta de algo, darse cuenta de una visión equivocada. Cuando se experimenta todo se experimenta a Dios y desde allí se puede hablar de Dios de otra forma: desde la equidad, ya que todos somos iguales.
Johnson dice hay que recuperar el símbolo de la Trinidad para hablar de Dios. Critica como se entiende la Trinidad normalmente, de jerarquía. La Trinidad es la danza de la creación y existe una relación entre las figuras. El símbolo de la Trinidad es mutualidad, relación e igualdad, es decir, una comunidad entre diferentes.
Frente a la imagen de un Dios absoluto, libre, que no padece, que no sufre, Johnson propone un Dios que pueda padecer y sufrir. El sufrimiento no está en contra de la libertad. A Dios se le puede pensar a través de otras experiencias que la mujer ha experimentado mucho más durante la historia. También la mujer puede ser imagen de Dios para representarlo. Sin olvidar que todo lenguaje y que toda imagen es parcial y no es infalible.
¿Cuáles son las repercusiones? Éticas y eclesiásticas. Dios como referencia de la sociedad y según le pensamos estamos pensando en los valores de la sociedad y la influencia que pueda tener en las liturgias y los discursos de la Iglesia, puesto que el lenguaje litúrgico puede crear una nueva conciencia.